¿Y tú como aprendiste? I.

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     Voy a empezar a contar como me inicié en el TCC y como aprendíamos con el Maestro Liu. Espero que ésto pueda ayudar a la hora de abordar el estudio del TCC para cualquier persona que se inicie. Y que además, mi historia resulte entretenida.

       En mi caso, encontré el TCC por casualidad ya que al terminar de correr los domingos por la mañana, solía ver a los que luego serían mis compañeros entrenando.

       Un día les vi practicar Tuishou (empuje de manos), algo sobre lo que ya había leído algunas artículos, pero siempre muy vagos, generalistas y mitificadores. Con esa «nebulosa» información de partida, acerca del «desarrollo de la sensibilidad, que conduce al practicante a las más altas cotas en el dominio del flujo de energía en un combate», me quedé mirando por largo rato y de hecho, luego intenté copiar en casa con mi hermano lo que había visto y que desde luego  era una malísima copia de lo que realmente buscaba el ejercicio en cuestión.

     La cosa es que durante un tiempo, al terminar de correr, indefectiblemente me quedaba como una hora o más, mirando al grupo del maestro Liu.

     Finalmente, un día vi a dos alumnos entrenando San Shou (forma por parejas, altamente vistosa y que nuestro grupo realizaba a considerable velocidad) y me decidí a preguntar que que hacían y si uno se día apuntar.

      Me dijeron que era Tai Chi Chuan, «arte» sobre el que yo había leído algo y sobre el que tenía ya instalados-asumidos ciertos estereotipos. La primera «contradicción» que me encontré fue la corrección del maestro Liu a mi pregunta sobre si el TCC era un estilo para la salud y la gente mayor, a lo que respondió que no, que eso era «kung fu, fighting, very hard» (Kung fu, pelea, muy duro). Gracias a esa respuesta, contraria a lo que yo buscaba (una clase de gimnasia para mi madre), a la semana siguiente empecé a entrenar yo.

      Mis muy duros comienzos…

      La estructura de la case con el maestro Liu, era siempre la misma, primero «saludos», luego una larga sesión de chikung en grupo, seguida por la práctica de dos técnicas distintas por parejas y para finalizar, forma en grupo. Ahora profundaré en como era todo esto y mi primera impresión.

       ¿Saludos?.

       La primera característica de Maestro Liu era la risa. Cada domingo un grupo de alumnos le recogía de su casa y le traía en coche hasta el parque de El Retiro. Y mientras esperábamos a que llegasen, normalmente escuchábamos sus carcajadas al acercarse con sus alumnos, antes de verle.

      Y luego el gran «choque», cada alumno se acercaba a él y le daba dos besos en la mejilla ¿?. Lo peor es que me presentan como un nuevo alumno y él me planta los dos besos. Ni que decir tiene que viendo algunos de los alumnos, claramente afectados por el New Age y lo de los besos, uno pensaba de entrada en SECTAS. Pero claro, había otro grupo de alumnos, claramente adeptos al trabajo marcial, que no parecía encajar en esa categoría de ingrávidos candidatos a «carne de secta».

       Lo cierto es que el tema de saludar con dos besos viene de un error por parte del maestro Liu y de su enfoque «tradicional» de la enseñanza. Él consideraba que todos sus alumnos eramos «familia», él en su papel de maestro-padre y nosotros en el de alumnos-hijos. Tanto así que a menudo insistía en que deberíamos tratarnos entre nosotros como si fuéramos «hermanos». Es habitual hablar o leer sobre dos personas que son «hermanos de escuela». Para el Maestro Liu, eran más que palabras.

        A su llegada a España, fue recibido en el aeropuerto por su hija, yerno, sus dos nietos de corta edad y otras personas que supongo pertenecían a la familia de su yerno. Al llegar, su hija le dio dos besos, luego sus nietos,  alguna mujer de la familia del yerno y también este último. Así que el Maestro Liu se quedó con la idea de que en España se saluda a todo el mundo con dos besos y «traslado» esto al trato con sus alumnos.

      En varias ocasiones le hicimos ver que ésto de dar dos besos era sólo entre hombre mujer o entre mujeres, pero nunca entre dos varones. Pero el replicó que su yerno, sus nietos y otros miembros de la familia le saludaban con dos besos y no sólo las mujeres.

      Al replicarle que eso era sólo «aceptable» entre miembros de la familia, contestó muy ufano que «nosotros somos familia por el TCC». Y de ahí no hubo quien le moviera.

        Una vez superada la fase de los «saludos», todos nos poníamos en corro y realizábamos una sesión de Chikung y entrenamiento básico. El Maestro Liu no hablaba español, sino un rudimentario inglés que aprendió durante la II Guerra mundial, en su contacto con pilotos americanos. Por ello todo lo que decía o lo entendías o dependías de que algún alumno avanzado quisiera traducirte.

      Una particularidad en esta sesión es que los puestos más cercanos al Maestro Liu, estaban oficiosamente «reservados» a los alumnos más avanzados y cercanos. Por mi parte, me coloqué desde el principio en el punto más alejado que casualmente en un círculo, es justo enfrente, por lo que podía ver mejor que nadie lo que él hacía.

    En esa sesión, había una serie de ejercicios de respiración y movimientos de estiramiento, fijos en la rutina y luego otros que podían variar según Liu considerara oportuno. Por mi parte los traté como una peculiar sesión de calentamiento y acondicionamiento físico, sin entrar mucho en que demonios hacía.

      Esa sesión fue mi primer encuentro con el trabajo de posturas fijas (postura del jinete o Ma Bu), resultándome extraordinariamente duro, a pesar de que es seguro que no sobrepasamos en total los 15-20 minutos.

      Tras ésto, el maestro explicó dos aplicaciones a trabajar por parejas. La primera (si recuerdo perfectamente lo que aprendí el primer día), era una aplicación de «Tambien» (látigo simple), en la que ante ataque de puño, atrapabas el puño del agresor, y simultáneamente con la otra mano agarrabas su tráquea y le barrías la pierna adelantada con la tuya..

        La segunda, ante el mismo ataque, enlazaba un «Lü (girar hacia atrás), o lo que es lo mismo, agarrar el brazo atacante y tirar de él (bastante más complejo y sutil, pero en esencia eso), que se enlazaba con una llave de hombro. De esta segunda técnica, yo conocía ambas partes por experiencia previa así que centré en el encadenamiento de ambas.

        Tras su explicación dijo dos veces una extraña palabra que con el tiempo entendí que era «partner» (compañero). De repente, estampida. Un gran grupo, se pone a charlar quedándose en el puñetero medio y el resto empareja a toda velocidad. Yo me quedo «solo» porque todo el mundo me evita. Al final veo a otro que le pasa lo mismo y nos juntamos. Lo cierto es que en el grupo, a los nuevos no se les mimaba precisamente y nadie quería estar con un nuevo o con un compañero que no diera la talla, lo que explica que yo no encontrara a otro alumno «libre», salvo otro en mi misma situación…

      Como es mi primer día y no sé que niveles de contacto o el modo de trabajar tenían en el grupo, decido que yo ataco primero y que el otro me realice la técnica. Me agarra el brazo, la garganta y ¡venga! patadón al gemelo.

Yo pensé «¡ah!, trabajan con contacto, pues vale…». Cuando me toca, patadón (con cierto cuidado , eso si) al compañero, que se queja y me dice que el TCC es suave y que no nos pegamos, que además está lesionado… Yo iluso pienso, «pobre chaval, se le escapa una y mira lo que le hago». Así que le tiro una «marcando». En su siguiente repetición, me vuelve a arrear otro patadón. Yo le vuelvo a marcar. La tercera me repite el patadón así que me mosqueo pero no digo nada. De repente me suelta que me va a hacer una técnica que le ha enseñado su «maestro» de Grulla Blanca. Yo flipo y le digo que en la clase de un profesor, yo hago lo que me dice ese profesor y no lo que le enseñe otro a un compañero.

       Cambiamos a la segunda técnica, que no le sale pues ni se ha enterado, ni parece que el cerebro le de para tanto…. Así que ya mosqueado con un tipo que pega pero no quiere que le peguen y encima no sabe hacer las cosas, le encadené la técnica con una cierta intensidad, de forma que resulta proyectado, lo que llama la atención de algunas personas.

       En ese momento el Maestro Liu da por terminada la sesión de técnicas y pasamos a realizar la forma. Por mi parte, me queda claro por lo que he visto, que en el grupo hay gente muy hábil y que el hombre con el que he entrenado no lo es. En lo sucesivo, yo también lo evito como a la peste.

     Ahora todos a hacer a forma en grupo. No se lo que hago, y ando más perdido que un burro en un garaje. Al terminar todos aplauden ¿? (por suerte ésto desapareció con el tiempo, siempre me pareció algo grotesco y absurdo)  y el maestro Liu, junto con todos los «incordiantes» que durante el tiempo de entrenamiento de técnicas se dedicaron a hablar y estar por el medio, se van a una terraza situada a pocos metros.

       ¿Me habré colado en una peli de Jacky Chan sin saberlo?

       Mientras el resto se va a tomar unas cañas, el grupo de alumnos serios que ya voy reconociendo con claridad, se queda a trabajar tuishou (empuje de manos), Ta Lü. Sanshou (forma por parejas)…

       Me acerco a dos que hacen tuishou y les indico que es mi primer día, que que puedo hacer…

       Con cara de «¿a que viene éste a incordiar?» me dicen que practique «ponluichian». Yo les comento que no tengo ni idea de que es eso. entonces, con evidente desgana, uno de ellos realiza un par de veces la secuencia «Lan Qe Wei» (acariciar la cola del pájaro) y me dice que lo entrene, dejándome con la palabra en la boca, mientras él vuelve a su trabajo.

        Yo me digo, «pues vale» y como buenamente puedo, repito la secuencia durante unos 10 minutos. Tras eso y viendo que nadie se preocupa por mi, me despido y me voy hasta el siguiente día.

       Al siguiente día de entrenamiento, ya más «precavido», sigo el entrenamiento de chikung, para el trabajo de parejas intento encontrar a alguien «normal» y durante la forma, me sigo perdiendo como el día anterior.

        Al llegar al tiempo de «entrenamiento libre», me acerco de nuevo a los del otro día y es pregunto que que puedo hacer. Me repiten con el mismo desinterés que «ponluichian». Yo que aun no me he quedado con ningún nombre, les indico que no sé lo que es eso. Me lo muestran y les digo «¡Ah si, lo del otro día!» y lo repito ante ellos. por supuesto, todo son fallos y me los corrigen con bastante meticulosidad. Pienso: «Bueno, al menos me enseñan algo, aunque sean tan puntillosos». Después de entrenar un rato sin que me miren, me despido otra vez y me voy a casa.

       Durante la semana y viendo el percal, empiezo a ser consciente de que si no haces bien lo que te han enseñando, no te van a mostrar otra cosa nueva, así que entreno todos los días un rato la secuencia que me han «adjudicado», para que entonces, al hacerla «bien», me enseñasen algo nuevo. De hecho recuerdo que el primer día que les pregunté qué era lo que practicaban, alguien me comentó sobre como progresar, que o entrenabas por tu cuenta todos los días, o no tenías nada que hacer. Yo pensé que estaban locos, ¡como si no tuviera yo otra cosa que hacer cada día que entrenar por mi cuenta!.  Por lo visto, resulta que esa clase de «locura» era contagiosa…

     Pero mi idea de que si entrenaba en casa y «ya me sabía» lo del día anterior, me enseñarían algo nuevo, no funcionó. Al pedirles el siguiente día que me indicasen que hacer y volver a mencionar ellos el dichoso «ponluichian», les replico todo ufano: «Si, lo he estado entrenado en casa», mientras se lo muestro. Los dos hacen un gesto de aprobación y me dicen, ¡muy bien!, pues nada, tú sigue…

     Dejando de lado mis impulsos de mentarles a la madre, me quedo en un rincón repitiendo lo que ya sabía… Y al día siguiente me ahorré el preguntar, directamente a practicar mi «ponluichian» del demonio, esperando que alguien se fijase en mi.

      Esto duró ¡TRES MESES!. Un día uno de los alumnos «serios» se acercó mientras yo seguía con mi serie y muy atentamente me preguntó:  «¿tú sabes ya como se hace Tsailiechoukao»?. Yo horrorizado por dentro pensando «¡nooooo, otros tres meses con otra maldita serie de cuatro movimientos!», le repliqué que no, pero que me encantaría aprenderlo.

        Por supuesto desde ese día en casa entrenaba las dos series y al siguiente entrenamiento,  me disponía a ir directamente a mi rincón para seguir entrenando en mi triste abandono, pero no fue así. El mismo compañero del día anterior al principio y luego alguno más, se acercaron y a partir de ese día, en cada ocasión, me mostraban algo nuevo o entrenaban tuishou conmigo. Pero tuve mis tres meses de prueba «estilo peli de chinos».

       Con el tiempo, me hicieron partícipe de las razones para tratar con tan poco «mimo»  a los alumnos nuevos y de porqué llegado cierto momento, decidieron que a mi merecía la pena hacerme caso.

      Esta actitud «hostil»  y de desconfianza hacia los nuevos estaba provocado y mantenido por los alumnos más cercanos que por un lado cerraban el acceso a indeseables que buscaban aprovecharse del Maestro Liu (algo que ya había sucedido poco antes de mi llegada) pero por otro, mantenían un egoísta monopolio sobre la enseñanza más valiosa del maestro.  Actitud ésta que al Maestro Liu no le hacía mucha gracia, pero que llevo un tiempo considerable reconducir a términos razonables.

(Continuará).

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