¿Estilo «auténtico»?

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Hace unos días, volvía vivir la experiencia de escuchar  alguien decirme que «practicaba el estilo secreto» de cierta familia, que era la trasmisión original, muy distinto a todo el TCC que se ve ahora, el único que verdaderamente conservaba las técnicas y características originales del fundador…

Hay algo que es cierto, si tu linaje está entroncado con buenos maestros, tienes la oportunidad de ser tan bueno como ellos. Y si no has tenido acceso a ciertas cosas, se hace muy complicado aunque no totalmente imposible, que las llegues a dominar. Y es que está claro que es más fácil ser enseñado por alguien que ya sabe, que no ser el «descubridor autodidacta» de dichos conocimientos. Por lo tanto, en la medida de lo posible uno intenta estudiar con el mejor experto al que tenga acceso.

Pero esto no es garantía de nada tan solo ofrece mayores oportunidades. Para que la habilidad de un maestro te repercuta, son precisas varias cosas. La primera es que ese maestro tenga ganas de enseñarte correctamente. Y puede parecer que si eres alumno, eso se da por sentado. Pues no.

El método chino y en general oriental de enseñanza consiste en que tu maestro te muestra algo y tú lo maduras. Si entrenas y mejoras, entonces te muestra algo más. Y si el maestro ve potencial en ti, entonces es cuando realmente se empieza a tomar en serio tu aprendizaje, lo que no significa en absoluto que las cosas se hagan más fáciles, sino que el maestro intenta no omitir nada de lo que necesites para aprender, por mucho tiempo o esfuerzo que ésto le lleve.

Esto nos lleva a la segunda condición necesaria para aprender. Tú tienes que tener cierta habilidad tanto para ejecutar los entrenamientos que te prescriban, como para entenderlos. Vamos que si eres de los que no se enteran de las cosas, jamás aprendes y a tu maestro tampoco le va a importar demasiado.

Y por último, hay algo que es imprescindible, constancia y espíritu de sacrificio. Sin ellas no es posible abarcar el programa de estudios del TCC y puedes estar seguro que no habrá maestro que se moleste en intentar enseñar a nadie que le conste que no tendrá voluntad para abordar el duro esfuerzo de aprender. Porque el proceso de tu aprendizaje, no sólo te lleva tiempo a ti como alumno, sino también a tu profesor y por norma, ellos lo dedican sólo a aquellos alumnos que si tienen posibilidades de completar su programa de estudios. Tú puedes perder tu tiempo como desees, pero no te puedes hacer muchas ilusiones sobre que un maestro querrá perder el suyo para satisfacer tus caprichos, curiosidad o modas pasajeras.

El encontrar un buen maestro que te enseñe, es cuestión tanto de suerte, como de buscar mucho. Y como en último grado, es él quien decidirá si te va a enseñar o o no, pues poco es lo que podemos hacer en este aspecto. Lo único, trabajar de una forma sincera para merecer su esfuerzo y atención.

Las aptitudes personales, son en gran medida cuestión de genética y ahí nada podemos hacer.

Pero en el último aspecto, constancia y esfuerzo personal, sólo dependemos de nosotros mismos y será el punto crítico por el que un maestro decide o no enseñar de verdad y a fondo a un alumno.

Y ahora volvamos a lo de los estilos «auténticos». Cada estilo, es fruto de la experiencia de su fundador, que interpreta a su modo lo que sus maestros le enseñaron, y de sus «herederos» que continúan con su enseñanza e incuso la amplían y mejoran.

Un buen estilo tiene definidos unos objetivos, un programa y unos métodos para alcanzarlos. Un buen estilo presenta adaptabilidad a las circunstancias y lleva al practicante a desarrollar su habilidad al máximo de su capacidad, a tener los elementos necesarios para lograrlo.

Voy a proponer un símil, la escritura. Todos empezamos igual, aprendemos las letras, las «dibujamos» y adquirimos destreza en el trazo de las mismas en papel. Progresivamente las vamos uniendo para formar palabras que tienen sentido propio, ya no «dibujamos» cosas sin sentido, sino que adquieren significado.

Luego nos enseñan a hacer caligrafía, copias, dictados, etc. Hasta este punto, nuestra capacidad para hacer uso autónomo de la escritura es mínimo, pero no es hasta que realizamos la primera «redacción» que la escritura pasa a ser realmente útil en su finalidad última, que es la de permitir expresarnos. Por supuesto, a algunos esa habilidad de la escritura nos permite poco más que hacer la lista de la compra y a otros, escribir obras maestras como el El Quijote. Pero todos los que sabemos escribir, podemos hacer un uso funcional de la escritura.

En el mundo de las artes marciales y el TCC en nuestro caso, uno de los problemas es que no hay definidos con claridad unos objetivos. ¿Para que sirve el TCC?. Las respuestas son de lo más variadas y van desde el «para entretenerme» hasta el «para lograr desarrollar al máximo mi habilidades y usarlas a mi libre albedrío». Esta última opción es la que yo postulo y la que creo sinceramente que persiguen todos los estilos tradicionales, y que constituye la esencia de la transmisión de todos los fundadores.

Hay también una corriente de pensamiento «tradicionalista», cuyo único objetivo es perpetuar las enseñanzas que se transmiten «fielmente» desde el fundador hasta la actualidad. Lo que pasa es que es fácil que siguiendo esta corriente de «conservador de museo», que desde luego es necesaria para evitar que el trabajo previo de maestros del pasado se pierda sin aprovechar a nadie, nos olvidemos de algo que todo fundador tuvo muy claro y que fue el origen de su creación: que lo que hacía le fuera útil.

Si nos centramos en «como» se supone que el fundador hacía las cosas, lo cual y en vista que ni hay filmaciones, ni hay bibliografía ni testimonios lo suficientemente extensos y precisos y que los distintos descendientes de cada fundador presentan diferencias en su forma de hacer las cosas, es un poco aventurado pensar que todo se ha transmitido y conservado en alguna linea con toda fidelidad, es fácil que seguir este criterio, nos lleve a dejar de lado algo mucho más importante y es «¿por qué hacía así las cosas?.

Cuando una línea de transmisión si mantiene ese espíritu crítico del por qué , como y para qué se hacen las cosas, a mi entender estamos mucho más cerca del estilo del fundador, que no quienes se limitan a repetir lo que es enseñaron sin preocuparse por ver si lo que hacen tiene mucha relación con lo que realmente necesitarían hacer.

Si tu «linaje» se remonta a un maestro de reconocida habilidad y conocimiento, hemos de suponer que habrás tenido acceso a las herramientas necesarias para poder alcanzar un cierto grado habilidad en aquello que él transmitió, estando el límite último en tu capacidad personal, determinada por la genética. Y si como parte de esas enseñanzas se ha trasmitido el concepto de «utilidad», frente, o al menos en rango de igualdad, al de «autenticidad», puedes estar seguro que tu estilo es «verdadero».

El problema es cuando careciendo de la habilidad de uso, nos refugiamos en el «pedigree» de nuestro estilo para justificar nuestras carencias. Lo que es «verdadero» o mejor aun «lo único verdadero», no puede ser cuestionado, pues como todo dogma, éstos no admiten discusión. Y con esa actitud, los estilos no pueden sino degenerar, por mucho que conserven la forma que les dio su utilidad. Sin función, no hay estilo verdadero, auténtico ni útil. Tan sólo una mala copia del original, por más que su estética pueda ser «perfecta».

Vivir de la fama de maestros del pasado, no es motivo de orgullo, a menos que seamos dignos sucesores de su genialidad, aunque sea al nivel reducido de nuestras capacidades (no todos nacemos como superdotados). Por el contrario, refugiarnos en su fama, sin esforzarnos en imitarlos no sólo en su forma sino también en su «función», debería ser motivo de vergüenza.

  1. ismael

    Por fin terminaste el nuevo artículo. Como siempre muy práctico y orientado a la funcionalidad, como todas tus clases. Yo creo que se hereda precisamente la funcionalidad y no lo que se hace sin entender.

    Es como cuando en clase hacemos una parte de la forma sin tener una intención en la cabeza. Se hace un movimiento parecido, pero ni mucho menos el original, que tiene una función, o funciones, definidas y que le da sentido. Lo que no tiene sentido acaba degenerando en algo que no sirve más que para hacer videos bonitos y subirlos a youtube.

    Sigue así con el blog. A ver si pones uno sobre enraizamiento que me cuesta horrores 😀

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