Maestro, ¿que significa?.

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Sensei entre los japoneses, Shifu o Lao Shi entre los chinos, Guru entre malayos, indonesios, filipinos o Indios…

La palabra, tiene un significado simple «profesor» o «maestro», ambas con el mismo matiz, «el que enseña».

Etimológicamente, ya hemos terminado, pero el término suele tener connotaciones extra cuando lo utilizamos en el entorno de las artes marciales.

Cuando le preguntábamos a nuestro maestro sobre el término (que por cierto nunca permitía que le adjudicáramos y mucho menos se auto otorgaba, por considerar «que le venía muy grande»…), nos explicaba que la relación maestro alumno es la de una familia, el maestro en el papel de «Padre» y el del alumno en el de «Hijo».

Todo suena muy bien, pero es que se espera que uno cumpla con esa relación en la misma medida en la que lo haría con su padre o hijo biológico. Y eso ya no resulta tan «práctico».

Personalmente conozco el caso de un maestro occidental que acogió a su maestro chino en sus últimos años de vida como a un padre. Dichos años además, fueron los más tristes del anciano, aquejado de Alzheimer y claramente «duros» para el alumno y su familia.

Como maestro, se espera que te preocupes por tus alumnos, no sólo en el plano técnico, lo que es evidente, sino también en el personal, sirviéndoles de ejemplo y guía en todos los aspectos de la vida.

En el plano técnico, cuando un maestro te acepta como alumno, se compromete a pasarte todo lo que sabe, sin más restricciones que las dadas por la capacidad de enseñar de uno y la de aprender del otro. Esto lleva a que por su parte el alumno se compromete a entrenar, practicar y a seguir con un modo de vida, no sólo durante las clases, sino durante todo el tiempo para el resto de su vida (evidentemente, compatibilizándola con las obligaciones inherentes a la vida familiar y profesional), por encima de cuestiones de ocio. Implica además en este estatus de «alumno directo», uno es fiel a su maestro, sin transmitir a nadie lo que aprende sin permiso previo, a no estudiar con nadie más sin su visto bueno (que no es lo mismo que no poder estudiar con nadie más), o a deber iniciar estudios complementarios con quien el maestro estime oportuno para completar tu formación. Y por su puesto, a no abandonar el aprendizaje hasta que el maestro «te gradúe» y a continuar luego practicando y eventualmente, enseñando a una nueva generación.

Es una relación poco democrática, donde el alumno obedece, confiado en que el maestro lo hace con conocimiento y buena voluntad.

El maestro por su parte, se compromete a dedicarte muchas horas, durante los años que sea preciso hasta que termine de transmitirte «todo» lo que sabe. Y aunque lo normal es que el maestro reciba alguna compensación económica, más por su tiempo que por su saber, llegados a esta clase de relación, no es lo económico quien la dirige, sino conceptos como compromiso, honor, deber y fidelidad mutua.

Como a la mayoría le resultará evidente, la relación que guarda con su profesor, no suele ser tan extrema, reduciéndose por lo general a una transacción de servicios a cambio de la correspondiente compensación económica, presidida por el lógico respeto entre personas.

Y es bueno que así sea…, para la mayoría. Es poco probable encontrar a alguien que quiera aceptar las responsabilidades y rigores de ser alumno en estas condiciones, así como encontrar un maestro dispuesto a hipotecar una década de su vida en la enseñanza esmerada de un número ínfimo (por lo general uno) de alumnos.

Tampoco es muy realista pensar que uno puede acceder al estatus de alumno directo, que de facto es equivalente a ser adoptado por el maestro (y su familia), o que un maestro va a querer «adoptar hijos» a lo loco. Lo normal es pasar por un periodo más o menos largo, hasta que llega el momento (si es que llega), en que el maestro decide que merece la pena hacer el esfuerzo de enseñar de ese modo a alguien. Y en ese caso, ofrecerá (que no es lo mismo que imponer o vender…) al alumno la posibilidad de ir un paso más allá.

Tomar esa decisión, no es algo que se pueda hacer a la ligera. Insisto en que es algo comparable a una adopción, no se admiten devoluciones. Como alumno has de estar dispuesto a anteponer el aprendizaje a casi todo, por un periodo de tiempo muy largo y saber que después de eso, la relación personal ha de seguir igual de «fuerte» toda la vida. Como «maestro» se tiene que aceptar que implica «tener un nuevo hijo», preocuparse por él y enseñarle sin reservas. Y como es lógico, eso no lo hace nadie con un desconocido y mucho menos con un «conocido» por el que no sienta ningún aprecio.

Todo esto que se ha escrito, es lo que el autor entiende por «alumno» y por «maestro». Así definidas las cosas, es evidente que «Maestros», uno tiene si es afortunado uno en la vida y sólo en casos excepcionales, puede contar con alguno más. Y que ser «alumno» no es algo que a lo que uno esté dispuesto a someterse sin más y por las buenas.

Yo hasta la fecha he sido estudiante de varios maestros, pero sólo uno de ellos me indicó de forma expresa que yo era «su» alumno y el mi «maestro» (literalmente «Si te preguntan, yo soy tu profesor, quien te enseña«). Y es una relación que perdurará por mi parte mientras yo viva, puesto que por la suya, mi maestro hace ya mucho tiempo que nos dejó.

11 Respuestas

  1. Tuishou Castellón

    Hola, una entrada de blog que muestra información muy interesante

    Ante la invitación a opinar, más que opinar sobre el contenido, que me parece correctísimo, me permito reflexionar y sacar alguna extrapolación sobre ámbitos menos particulares.

    La tipologia de maestros tradicionales que has expuesto, nos retrotrae a las épocas gremiales de occidente, dónde a nivel laboral se funcionaba según el binomio maestro-aprendiz ( con la escala intermedia de oficial de segunda de primera etc ) terminología e implicación más allá de lo estrictamente profesional que se fue diluyendo y restringiendo con el paso de los años hasta no hace demasiadas décadas en función del gremio que consideremos, puesto que hay gremios muy artesanales en el que quedan restos de transferencia de conocimiento muy personalizada …
    En las artes marciales … y concretamente el taijiquan → más de lo mismo
    En la antigüedad, por ejemplo la medicina, la arquitectura etc eran materias artesanales que se transmitían de maestro-aprendiz. Pero dicho modelo es por definición limitado en comunicación y por tanto en desarrollo y evolución. La comunicación y la libre circulación del conocimiento es clave para la pervivencia y desarrollo de las ciencias y las artes …

    Por ello el modelo maestro-aprendiz es útil para la transferencia de conocimiento a nivel singular o personalizado, pero únicamente si lo consideramos dentro de un entorno globalizado, comunicado, con luz y taquígrafos donde se verifica y contrasta que los “maestros” efectivamente tienen maestría y que su materia es algo vivo, más que simple conservacionismo, y donde su tarea fundamental es dar ejemplo y/o enseñar materias (taijiquan en este caso) que a un nivel superior a ellos (es decir global) están en libre circulación, intercambio, mutación y crecimiento.

    A nivel personal, la tipología de maestros descritos en la entrada del blog -> son fruto de un modelo de divulgación que ya es historia o bien un anacronismo a reciclar.

    En tiempos actuales (antiguamente sería también así en su contesto más reducido, familiar, local, no globalizado …) la buena consideración de un maestro está en su maestría y conocimiento y/o en su capacidad didáctica. Ambas condiciones deben pasar por el filtro de la divulgación, caso contrario -> que con su pan se lo coman, en su gueto, ;-D

  2. fernando veira

    Excelente exposición, amigo Antonio. En mi caso no tuve una relación tan extrema con el maestro que conocí en mis años mozos.
    Sin dudas él fue quién me introdujo en un estilo interno totalmente marcial -algo que era desconocido en mi tierra y en esos años.
    Y es innegable que esta persona fue además el impulsor de la creación de la que hoy es mi escuela.
    Pero definitivamente y a pesar de tener un trato directo y coloquial, no tuve la fortuna de ser apadrinado de forma tan radical.
    Coincido en cierta forma con Tiushou Castelón, en que hay ciertos modelos de enseñanza que están ya algo vetustos. Pero quiero apuntar que en cierta forma es un mecanismo natural el de la transmisión en exclusividad. Si bien todos tienen derecho al conocimiento, no todos se lo saben ganar y esa selección natural siempre ha existido y existirá. Darle lo mismo al que se esfuerza y al que hace lo mínimo es la antítesis de la justicia.
    Así que veo totalmente normal, como lo es que le contemos nuestros secretos personales solo a ciertas personas, que algunas cosas sólo sean transmitidas a aquellos que realmente han demostrado poner toda la carne en el asador.
    Lamentablemente esto se ha llevado un extremo que se ha vuelto negativo. Yo estoy en contra de las enseñanzas a «puertas cerradas», porque lo único que cierran es el futuro de una escuela o estilo. Depositar toda la sabiduría en una sola persona, es poco práctico y peligroso. Si esa persona muere… adiósss. La flor y nata del saber marcial se van con ella a la tumba.
    Además está el asunto moral de que, aquellos que no han sido elegidos discípulos…¿tienen que conformarse con sólo un porcentaje de la enseñanza? ¿No es eso un poco deshonesto? ¿No es negligente adoptar un sistema de enseñanza que a la larga o a la corta haga que una escuela sea formada en su mayoría por practicantes mediocres?
    Tengo la impresión de que muchos boxeos se han perdido en la oscuridad de los tiempos por esta razón.
    Imaginaos un ejército donde sólo los más aguerridos y esforzados reciben las técnicas completas. Sería un ejército formado por soldados desastrosos.
    No es el secreto sino la apertura lo que asegura la supervivencia de cualquier conocimiento.
    El sistema de las artes marciales no es democrático. Por algo es marcial, viene de lo militar, donde se confía en la cadena de mando para obtener resultados.
    Tampoco lo es en otras actividades, donde hay un líder responsable del camino a seguir. Lo modos cooperativos no funcionan como no funciona un barco con 4 capitanes. Reza el viejo dicho que un camello es un caballo echo por un comité.
    Las jerarquías marciales funcionan, forma parte de su estructura y ésta establece claramente los objetivos, colabora en que no se conviertan en algo difuso (ahí empiezan los problemas).
    A mi modo de ver hay que seguir un camino intermedio que asegure que los estudiantes reciban la mayor cantidad de información posible, tomarse la molestia de elevar el promedio.
    Por supuesto, aquellos que no quieran compartir sus conocimientos…al ghetto con ellos!!!

  3. antonioleyva

    Yo creo que el sistema «tradicional» no está destinado a enseñar, sino descubrir a superdotados entre la masa de alumnos y convertirles en el próximo «receptor» del total del conocimiento.

    ¿Es «bueno?. Pues depende de que sea lo que miremos. Es sin duda el mejor método para conseguir su objetivo, perpetuar la trasmisión del conocimiento de una escuela a través de «genios».
    Por otra lado, como método de enseñanza para la masa media de alumnos, es simplemente nefasto.

    Es de todo punto absurdo e ingenuo pretender que al iniciarnos en una escuela, precisamente seamos nosotros los «elegidos», por lo que en realidad, este tipo de escuelas no tiene valor salvo para los que puedan estar seguros de que van a contar realmente con el puesto de «heredero». O sea, cuando el maestro es tu padre o tu suegro.

    En su lugar, es más lógico buscar una escuela en la que el nivel medio sea alto y no tanto en la que hay algunos fuera de serie (que si además los hay, pues mejor).

    Yo en mi papel de alumno, siempre he buscado un buen profesor que realmente quisiera enseñar y de el que se pudiera aprender, por encima del hecho de que ese maestro fuera o no «el mejor». Y eso lo veo mirando el nivel medio de los alumnos.

    Ahora en mi papel de profesor, por un lado enseño de un modo abierto a quien quiera aprender. Pero por otro busco alguien que quiera y pueda aprender todo lo que sé.

    En una ocasión escuché a mi maestro decir que se daría por satisfecho si lograra tener un alumno que lo aprendiera todo. Me pareció muy egoísta, algo así como «Cuando tenga uno, a todos los demás que os den…».

    Con los años, lo veo de otra forma; «me encantaría tener muchos que recibieran todo lo que sé, pero ¡ojalá que al menos haya uno que sea capaz y lo haga!».

    Personalmente, me consta que mi maestro reconoció a cinco de entre sus alumnos como dignos de ser reconocidos como tal. En su momento me parecieron pocos, pero veinte años después de su muerte resulta que eran demasiados.

    Su método de enseñanza era elitista, pero «a la japonesa», como las huelgas. En vez de dar conocimientos con cuentagotas, los daba de un modo masivo y a todos. Sólo los que realmente ponían empeño en ello podían asumir tanta información y desde luego, sólo los que entrenaban mucho, podían «mantenerla». Cada cosa que enseñó, salvo elementos muy puntuales, lo hizo en público, ante todos los que acudían a sus clases. Pero al mes de mostrar algo en particular no más de 10 personas eran capaces de recordarlo y en conjunto, no creo que superasen la media docena los que podían recordar todo el temario aprendido desde que se incorporaron.

    De ese modo, con desmesurada «generosidad» consiguió que solo los que realmente querían y podían, aprendiese, Porque otra característica es que si uno de sus alumno, el que fuera cada vez, entendía una determinada lección, esta nunca más se repetía como tal, con todo lo bueno (en forma de camaradería a la hora de compartir información «hoy por ti, mañana por mi») y lo malo que este sistema pudiera tener.

    Personalmente creo en un sistema «mixto», una enseñanza de calidad y «generosa» que produzca una escuela cuya calidad media sea «alta», combinada con una metodología «elitista» que entre aquellos que sean capaces y estén dispuestos, para formar grandes alumnos. Está por ver si es factible y si en mi caso y dentro de mis capacidades, lo logro.

    Creo y coincido con los comentarios, en que un exceso de «elitismo» condena a las escuelas a su desaparición. Pero también que la entrega «indiscriminada» de conocimientos lleva al mismo fin. Cuando todo es «fácil», la tendencia a no darle mérito te lleva a despreciarlas y a que se pierdan. Y el equilibrio bienintencionado entre esos extremos, es algo muy complicado de lograr. Si además no existe esa intención bienintencionada, entonces, mejor dejarlo todo y buscar en otro sitio si eres alumno, o perseguir «alumnos idiotas» si eres un «supermaestro sacacuartos». Pero mi artículo, esta vez se refería a los «buenos maestros». El resto no se merecen ni la consideración de hablar mal de ellos.

  4. kike naturopata murcia

    Con el debido cariño a la experiencia del Antonio Leyva y cualquier otro profesor/a os quiero pedir opinión sobre lo siguiente:
    Primero me presento. Soy Kike López Rubio y llevo casi 20 años enseñando Tai Chi. No soy ortodoxo, porque mis enseñanzas iniciales no lo fueron y porque yo creo en la evolución. Sin embargo las enseñanzas tradicionales respecto a la postura y otros aspectos son difíciles de superar y sigo enseñándolas junto a Jesús Carrillo mi compañero de formación de Monitores. (http://www.taichiparalasalud.com/).
    También soy Naturópata especializado e investigador en Inteligencia Emocional.

    Creo que para evolucionar como persona y como sociedad debemos dejar de utilizar métodos que utilicen el estatus. Eso incluye la palabra Maestro y similares.
    Entiendo a quien las utiliza, pero en sí no nos ayuda a creer en algo obvio para desarrollarnos como seres libres e independientes: debemos confiar en nuestra sabiduría interior para evolucionar quienes somos hoy, desde el respeto al trabajo de los demás y ayudados por esas otras sabidurías.
    Mientras sigamos necesitando del estatus para poder traspasar las sabidurías que nos fueron igualmente traspasadas es muy fácil y e imposible de frenar a nuestro ego que nos hará creernos superiores y por tanto nos hará sufrir y alejarnos de la serenidad.

    Esto debe tener en cuento tres detalles previos.
    1. Trabajar nuestro propio ego antes de comenzar a predicar, pues es muy fácil hablar sin experiencia pero los resultados son desastrosos a nivel de «respeto».

    2. Tener en cuenta que en nuestras culturas, en las que incluyo oriente y occidente, las personas estamos siendo educados para actuar y pensar ante personas de «mayor estatus» sin reflexionar y sin ser, por tanto, conscientes de los resultados.

    3. Y las personas cuando reciben la libertad de decidir la confunden con debilidad y ello puede hacer que desmerezcan enseñanzas tan profundas y eficientes como el Taiji.

    Por tanto no hay un trabajo fácil por delante: Dar libertad de crítica exigiendo respeto a nuestro trabajo y al de nuestros anteriores compañeros de evolución. Algunos mucho más inspirados que nosotros. Otros menos.

    Gracias por vuestro tiempo y vuestro esfuerzo para comprenderme sin juzgarme previamente.
    Enhorabuena por vuestra labor educativa.

    http://www.taichiparalasalud.comhttp://www.inteligenciacorporal.comhttp://www.kinnatur.comhttp://www.facebook.com/pages/Kinnatur-salud-natural/

    • antonioleyva

      El respeto a las personas, es algo que se ha de dar siempre, que no hay que ganarse, pero que evidentemente, uno puede perder. Por eso, el profesor respeta a los alumnos y los alumnos al profesor. Pero el respeto en el tiempo, es algo condicionado a la conducta.
      Es posible que el profesor o el alumno no sean dignos de ese respeto, por sus acciones o actitudes y que lo pierdan.

      El conocimiento merece respeto cuando existe. En todos los casos. Yo puedo respetar o no a una persona por como es, pero siempre respetaré lo que sabe, aunque si como persona pierde mi respeto o yo el suyo, tengo claro que difícilmente aprenderé de él.

      Los estatus de «maestro» y «alumno» los da la propia actividad. Yo enseño, soy el profesor, tú aprendes, eres el alumno.

      La sumisión personal al maestro, es algo muy delicado y en principio a erradicar. No es lo mismo que confíes en el criterio de una persona y que pidas y aceptes su consejo, a que estés obligado a seguir sus dictados. Las sectas destructivas viven de eso.

      Pero en el plano técnico, si hay estatus y «sumisión». Uno sabe y otro no. No hay lugar a discusión. En el colegio los niños no pueden discutir si a tabla de multiplicar del 7 se puede hacer de otra manera, hay una que es la que explica el profesor, el resto, casi con toda seguridad, son errores.

      No sé que es lo que se entiende por «enseñanza ortodoxa». Para mi un profesor, lo que tiene que hacer es ayudar a que el alumno desarrolle su potencial. Para eso analiza al alumno y decide por donde guiarle, superando debilidades o carencias y potenciando habilidades naturales, haciendo uso y entregándole al alumno, las herramientas necesarias.

      Lo que no puedo asumir es que un profesor (no así un practicante, que no precisa nasa más que lo que a él le sea útil) carezca de un completo bagaje técnico. No creo en la «sabiduría interior» como sustituto de la que se recibe mediante el aprendizaje y el esfuerzo, sin que ello elimine de la ecuación al sentido común y la lógica, para mi fuentes de la auténtica sabiduría.

      Mis alumnos son quienes deciden hasta donde aprenden y al final quienes sacan o no provecho de ello. Depende de su decisión y su capacidad.
      Pero si alguien quiere enseñar lo que yo enseño, la cosa cambia bastante.
      Ahí ya no me vale con «su evolución y sabiduría interior» (que también es obligatoriamente necesaria), también se precisa esfuerzo, tesón, entendimiento profundo, un cierto grado de fidelidad, no a mi, pero si a lo que aprende y algo que se deja de lado con facilidad, CONOCER Y DOMINAR TODO EL TEMARIO.
      Si quiere añadir algo de su cosecha, pues habría que verlo y me gustará más o menos. Pero «eliminar» es algo que personalmente miro con muy malos ojos y si encima es «no aprender y sustituir por creaciones propias», entonces ya entramos en un campo que me resulta incluso ofensivo.

      El proceso de aprendizaje «completo» destinado a que el alumno llegue a estar preparado para ser profesor, lleva bastante tiempo y esfuerzo, tanto para el alumno aprenderlo como al profesor enseñarlo. Y en este ámbito, la enseñanza «tradicional» es la única que puede garantizar el mayor éxito.

      Otro problema es que si no hay una definición clara de que es TCC, al final podemos llegar a cosas absolutamente ajenas al origen. Lo que de por si no es malo, pero lo honesto es darles lo que merece, un nuevo nombre.
      Por ejemplo, veo que tu trabajo se centra en la salud. ¿Trabajas también lo marcial?. Si es así, ¿lo enseñas?.
      Mi experiencia es que si no trabajas ambas facetas (y las enseñas), la profundidad a la que puedes llegar EN CUALQUIERA DE ELLAS es limitada. Una alimenta a la otra.
      Un alumno puede recibir sólo una faceta particular, porque a nivel de utilidad, sea lo que necesita o busca, pero un profesor, necesariamente ha de conocer un temario mucho más completo, porque, entre otras cosas, el TCC, son todas esas facetas. Y sin el conocimiento profundo de todas ellas, la enseñanza particular de una de ellas se queda en una simplificación lastimosa en vez de en una especialización avanzada.

      • Salva

        Mi nombre es Salvador. Me gusta el post y me gusta especialmente esta respuesta. Tiene usted las ideas tan claras que sólo pueden ser fruto de un largo trabajo interior y exterior. Siendo sincero siento cierta envidia de sus alumnos. Confío en que algún día tendré la suerte de conocerlo y expresarle mi sincero respeto personalmente.
        Un cordial saludo.

  5. kike naturopata murcia

    Hola de nuevo Antonio y gracias por tu respuesta.
    Decía mi primer profesor con el que estuve más de 20 años: «Dicen los antiguos maestros que la salud es un efecto secundario del Tai Chi»
    Sin el aspecto marcial no se puede entender el TCC. No utilizarlo o negarlo es realizar otra cosa y hay que cambiarle el nombre para ser honestos. Yo doy clases de TCC desde hace bastante tiempo (creo 18 años) y desde hace 3 ó 4 también de Inteligencia Corporal, que es cuando me centro en la salud. Como ves estamos en la misma linea.
    Respecto a la Maestría y los maestros, que es en lo que estamos compartiendo saberes y experiencias, te voy a recordar la historia de Einstein:
    Siendo un chico especial no tuvo problemas con las asignaturas y sacaba buenas notas. Pero si tuvo problemas con la autoridad desde el comienzo en el instituto por la rigidez y disciplina. Sin embargo esto no minó lo que ya todos sabemos que hizo por nuestra ciencia.
    En la wikipedia sale el siguiente párrafo que tiene que ver con los métodos de enseñanza y su historia personal:
    «…..Según relata el propio Einstein en su autobiografía, de la lectura de estos libros de divulgación científica nacería un constante cuestionamiento de las afirmaciones de la religión; un libre pensamiento decidido que fue asociado a otras formas de rechazo hacia el Estado y la autoridad. Un escepticismo poco común en aquella época, a decir del propio Einstein. El colegio no lo motivaba, y aunque era excelente en matemáticas y física, no se interesaba por las demás asignaturas. A los 15 años, sin tutor ni guía, emprendió el estudio del cálculo infinitesimal… »
    Si lees un poco más ese articulo de wikipedia descubrirás que su personalidad cuestionadora le trajo problemas toda la vida (en el instituto, el trabajo e incluso con sus compañeros físicos en su apogeo).
    Porqué cuento esto? Muy fácil. El TCC y cualquier otra técnica con sus grandes beneficios puede evolucionar como lo hizo la ciencia con Einstein. Cualquier día podemos encontrarnos con alumnos que pueden aportar avances y mejoras desde el pensamiento crítico constructivo si se lo permiten los sistemas de enseñanza, ¡que no el propio TCC en sí!, que pueden hacer que confundamos un diamante en bruto con una falta de respeto a las tradiciones.
    Así es como yo encontré la Inteligencia Corporal que es la técnica con que hoy se benefician muchas personas que se tendrían que haber operado de menisco o de lesiones vertebrales (por poner dos ejemplos) y no les hizo falta: gracias la sabiduría del TCC y una forma de aplicarlo desde la salud (A mis alumnos con lesion de rodilla no los pongo a practicar Tuishou hasta que no están bien, es decir lo marcial no se antepone a su lesión), sus propios médicos se sorprendieron y dijeron que algo extraño y fantástico habría ocurrido porque ya no debían operarse!
    ¿Cuántos alumnos del TCC y de cualquier otra enseñanza se habrán frustrado ante profesores intrasigentes y rígidos? Es una reflexión en voz alta que quiero compartir con mis compañer@s del TCC.
    Para terminar os recomiendo ver el video de la Educación Prohibida en el que se se muestra el fruto de una gran investigación sobre nuestros sistemas de enseñanza y como, por ejemplo, se basan en la educación marcial, es decir, el ordeno y mando. Con datos muy interesantes que con solo ver los primeros 15 minutos (dura 2,5 horas) empiezas a entender como de limitante puede ser un sistema.
    Una última reflexión. La hermosa sabiduría del TCC se puede difundir o frenar sólo por la forma de enseñarla. ¿Se trabaja tanto el sistema de enseñanza del TCC como sus técnicas?
    Gracias.

  6. kike naturopata murcia

    (este párrafo, Antonio, es un mensaje para ti, si quieres tras leerlo lo borras o no)
    Respecto a lo que dices en:
    «…No creo en la “sabiduría interior” como sustituto de la que se recibe mediante el aprendizaje y el esfuerzo, sin que ello elimine de la ecuación al sentido común y la lógica, para mi fuentes de la auténtica sabiduría.»
    Si quieres esto podemos hablarlo también en profundidad. Te comento brevemente:

    En las palabras que utilizas: «sentido común y lógica» está la clave de lo que llamo «sabiduría interior».
    Al final solo son palabras que unos y otros utilizamos para tal vez referirnos a lo mismo…. o no.
    Cuando dices:
    «…Pero “eliminar” es algo que personalmente miro con muy malos ojos y si encima es “no aprender y sustituir por creaciones propias”, entonces ya entramos en un campo que me resulta incluso ofensivo….»
    Te pongo tus propias palabras dichas un poco antes:
    «La sumisión personal al maestro, es algo muy delicado y en principio a erradicar. No es lo mismo que confíes en el criterio de una persona y que pidas y aceptes su consejo, a que estés obligado a seguir sus dictados. Las sectas destructivas viven de eso.»

    Fíjate como no te gusta la palabra «eliminar» y tú utilizas «erradicar».
    Y no lo digo por la incoherencia sino porque lo que a veces hacemos es poner en voz del otro pre-juicios: dices…. “no aprender y sustituir por creaciones propias”.
    Por supuesto yo no he dicho esto ni no diré. ¿Dónde estaría la gran base que he recibido del TCC?
    Creo que estamos más cerca que lejos el uno del otro y no te escribo por «luchar» contigo sino para aprender de ti y de mis errores y para compartir mis experiencias que no son más que eso y espero que ayuden a las personas de este mundo.
    Gracias por tu tiempo.

  7. andrea rosale

    Omyo zai tanren. una maxima filosofica del karate de Okinawa. Y su traduccion seria algo asi como el mayor tesoro secreto es la constante practica. Mi sensei siempre repite, no hay un golpe secreto del maestro, el unico secreto es la.practica , que acumulo durante anhos. El que practica progresa, el que no, se queda. Tan.simple. y sencillo como.esas palabras….

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